Un día 12 de noviembre de 1985 el mundo se sacudía frente a una gran desgracia natural que azotaba a Colombia, siendo el símbolo - tristemente - una niña de tan sólo 13 años: Omaira Sánchez, hundida entre el fango y los escombros provocados por la erupción del volcán Nevado del Ruiz. Por horas millones de personas siguieron en vivo su agonía en televisión, y finalmente, ante el ojo de todo el mundo y de miles de flashes, su alma se apagó para siempre, no pudiendo ser rescatada.
Este año, con los atentados ocurridos en la ciudad de Barcelona, nuevamente este morbo general fue un tema que salió a la luz pública, cuando se comenzaron a compartir las fotografías de los cadáveres de las víctimas de estos atentados por redes sociales, sin previo consentimiento de la familia de los afectados, vulnerando por completo su dignidad y derechos esenciales.
Y sin necesidad de ir tan lejos, es esta semana cuando nos toca vivir algo similar en nuestro país: se trata de una fotografía filtrada del joven Ignacio Lastra, que muestra como es intervenido en un pabellón quirúrgico mientras el equipo médico atiende su cuerpo quemado. No se tiene certeza de quien es el autor de esa fotografía, y no hay que ser un letrado en derecho para saber que esta acción quebrantó reglas y principios fundamentales del derecho y de la ética... ¿Que sucede con la dignidad humana, con el respeto a la familia, con la intimidad de un hombre? ¿Que pensará Ignacio cuando despierte y se de cuenta de que esa fotografía estuvo circulando por redes sociales, y que una cantidad enorme de personas tuvo acceso a verla? Sin lugar a dudas, no hay palabras para describir este hecho.
El morbo es un alimento para las masas que genera cada vez más hambre. Todos sabemos que hay conductas que no deben realizarse, pero de igual manera se llevan a cabo con el fin de lograr atención. Si recibe una fotografía sensible, antes de re-enviarla a sus contactos de whatsapp u otras redes sociales, piense ¿Contribuyo de alguna manera a mejorar la situación de mi entorno compartiendo esto? ¿De que forma puede ser útil para otras personas? Indubitado es que quien sacó esta fotografía carece de cualquier escrúpulo, pero en este punto, hay que hacer un énfasis: y es que las personas que siguen viralizando esto, son indiscutidamente autores dolosos, pues a sabiendas de lo espantoso de la situación y del sufrimiento humano que se generó, en vez de ponerle fin, lo siguen perpetuando en una cadena.
Somos seres humanos, por favor, hagamos honor a esta humanidad.
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