Nabila Rifo, por años, nunca denunció las conductas de violencia intrafamiliar que sufría a manos de su cónyuge. La violencia fue creciendo, hasta que él llegó al extremo de pasar a una violencia física exacerbada, llegando a irrumpir en el hogar con un hacha, y finalmente, a estar imputado y sindicado como único sospechoso de sacarle los ojos a su mujer.
Esta violencia comenzó de forma oral, y terminó en lo que hoy todos sabemos.
Me pregunto ¿Cuantas potenciales Nabila existirán hoy en nuestro país, callando su realidad por miedo, confusión, dependencia o por un mal concepto del amor?
La violencia es real. La violencia existe. La violencia cobra víctimas silenciosas, y sólo unas pocas son las que salen en la TV.
¿Todavía algunos creen que el feminismo (de primera y segunda ola) es innecesario, y que es una invención de un montón de mujeres resentidas, gordas, feas y ridículas? No señores y señoritas: hoy más que nunca es necesario que las mujeres alcemos la voz y dejemos de ser cómplices de situaciones que nos violentan a nosotras, o a nuestras hermanas, madres, amigas, cuñadas y cualquiera otra mujer.
Tomemos conciencia, y como seres humanos que somos, por favor, no callemos nunca más frente a estos abusos, aunque no sean dirigidos hacia nosotros mismos. Conteniendo a una mujer maltratada y apoyándola para que sea valiente, podremos evitar mucho más. No seamos cómplices de la violencia en ningún sentido, luchemos para que no hayan más Nabila Rifo en Chile.
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